Cuando lanzamos una aplicación móvil tenemos un objetivo. En ocasiones la aplicación es simplemente un medio más dentro de una estrategia de comunicación o marketing más ambiciosa. Otras veces las aplicaciones son el medio y el fin. Es decir, la propia aplicación es el core de un negocio que tiene que rentabilizarse por cualquiera de las vías de monetización móvil. La aplicación es el todo. El propio producto.
Ambas esferas cohabitan dentro del mobile marketing pero son diferentes de base. Poco tienen que ver una con la otra y las fórmulas comunicativas y mercadotécnicas de una no pueden ser aplicables a la otra.
¿Con cuánto presupuesto cuentas para hacer que tu app sea visible en el mercado?
El problema de base con el que solemos encontrarnos es el presupuesto. En el primero de los casos está clara la inversión concreta para el desarrollo y la comunicación, sobre todo porque esta se hace en canales ajenos a la propia esfera de la aplicaciones. Existe un branding previo y unos canales comunicativos ya establecidos con el público objetivo. Además hay un objetivo concreto, temporal y medible. En el segundo de los casos encontramos el problema más común en el mundo del mobile marketing, la falta de previsión de presupuesto para promoción.
Imaginémos el éxito del servicio, que tiene su soporte en una aplicación nativa, como un punto geográfico al que queremos llegar. El camino es una carretera por la que tenemos que conducir sorteando diferentes tipos de obstáculos, esto no es nuevo. Bien, imaginémos que compramos un coche utilizando el presupuesto que tenemos para llegar hasta nuestra meta. El mejor que podemos permitirnos. Es el momento de repostar, meter la gasolina para que el coche ande. Nos topamos con el problema, no hemos guardado dinero para gasolina. El flamante coche no puede empezar a andar.
El marketing es a una aplicación lo que la gasolina es a un vehículo
Pensar que una aplicación va a funcionar porque esté bien hecha o porque cumple una necesidad concreta es un problema de base bastante común. Existen casos de éxito, evidentemente, pero son los menos y eso también lo sabemos. Llegados a este punto es importante recordar también que el marketing viral no existe. Confiar el éxito de un negocio en el que hemos invertido varios miles de euros y mucho tiempo al boca-oreja es un disparo al sol. Hace falta tiempo y recursos para marketing. Una buena planificación y un presupuesto que lo soporte.
Cada día se publican más de 2400 apps, eso hace cerca de un millón por año en cada una de las plataformas. ¿Qué posibilidades hay de que tu aplicación pase de móvil en móvil simplemente porque utilizaste la tecnología adecuada o porque está bien hecha y resuelve una necesidad? Pocas, muy pocas.
Si un modelo de rentabilidad sin marketing fuera fácil, posible y factible la inversión publicitaria que más crecería no sería la de móvil. Si la inversión crece es porque cada vez la competencia es mayor y es más necesaria una visibilidad incentivada. Pero no tenemos que irnos solo a adquisición de usuarios por vías no orgánicas, no podemos olvidar que las descargas orgánicas también requieren del trabajo de un equipo o alguien que ejecute acciones de marketing: textos, comunicación, soporte, seguimiento, análisis y paciencia.
Nuestro consejo es conocer bien el objetivo de la aplicación, saber qué recursos reales tenemos a medio plazo y guardar una parte del presupuesto para marketing. Solo así conseguiremos llegar al objetivo que nos hayamos propuesto.